Niños

Niños

Los niños que habitan la tierra,

que inundan con sonrisas las multitudes.

Que abrazan el hambre y se consuelan

con brisas ligeras, que desaparecen.

Lloran las desgracias sin resentimientos.

Esos niños que corren en silencio

y se desnudan el alma con una mirada.

Ellos solo necesitan protección

del mundo que habitan.

Elia Santos

Octubre 2020

Sucia Sociedad

Gritos
Leyendo mi poesía social de hace dos años. Cuando viene a España, estaba decidida en no ver noticias de mi país que me llenarán de tristeza e impotencia.
Pero no puedes tapar el sol con un dedo, allá donde vayas escuchas el grito de la injusticia, la desidia y la maldad que tus hermanos sufren.


¡Oh Dios de los desamparados!
(Tomo mi cabeza entre mis manos)

Un inocente se transformó en despiadado
(Mis manos aún tiemblan al recordar)

Un inocente que creía en la justicia
(Mis ojos se nublan por las lágrimas)

Un inocente que luchaba sin malicia
(Suspiro recordando sus ojos)

Ahora sus ideales son infernales
(Oprimo mis parpados con fuerza,
Necesito olvidar ese recuerdo)

Antes, sus ideales eran celestiales.

Sucia sociedad que transforma al oprimido
Algunas veces en una lápida fría
Y otras veces en infierno maldito;
Ser miembro de una sociedad que te apuñala.
Elia Santos
2018

Escribe

Mientras el mundo siga rodando;

tu escribe.

Que nadie entorpeza

tu lápiz gastado,

que tus manos no cedan ante el agobio.

Mientras haya mundo;

la vida sigue.

Deja que siga entre garabatos y café amargo,

es una forma noble

de honrar a un mundo

un mundo de historia, en cada lápiz.

Que rueda a tropezones

Y se desbalanza por los ciegos

No permitas que tropiece en tus manos.

La esperanza

Prisionera del entorno, debatiendo entre olas y viento, bailarina sobre los escombros.

Danza árida que sabotea los más íntimos sentidos, que suda la frente y lo absorbe el frío.

El frío que inunda la casa que habitas, se ha colado por la ventana, quizá entre las rendijas.

Rendijas que quedan en el alma sin único dueño, eres de todos, menos de ti ¡Todos deciden!

Deciden el dolor, la magia, la furia y te roban la esperanza.

Elia Santos

2020

A una niña

 

Era la luz que alumbraba el día de muchos,

para otros era la dulce fragancia de la noche;

La niña de dieciséis años.

Sus ojos eran la luz del sol,

su risa opacaba cualquier flor,

su alegría tenía los colores del arco iris.

Pero un día, la oscuridad la envolvió.

La niebla cerró todos sus senderos,

el viento silbó más fuerte,

las aves se quedaron quietas en sus nidos.

Los infames gozaban a escondidas.

en una pútrida sociedad,

algunos murmuraban;

—¡Estaba llena de vida!

—Era tan joven, era una niña.

—Ella llevaba vida a todos lados.

Ellos no son conscientes que desde nacemos

Estamos llenos de muerte

Más cuando la impunidad impera.

 

Elia Santos

2020

Cristalina

A ti que no te andas con rodeos
que miras a los ojos,
El miedo a la verdad
no te asusta, no ensombrece.
Las injusticias te llaman,
constantemente te arrebatan.
Más no hay sangre en tu mirada.
El agua cristalina
Por tu cuerpo emana,
arrastra
los resultados incipientes;
infamias y desdichas.
Aclamas la justicia
Sin ensombrecer tu mirada.

Elia Santos
2020

Los elegidos de la violencia, Roberto Sosa

Roberto Sosa

No es fácil reconocer la alegría

después de contener el llanto mucho tiempo.

El sonido de los balazos

puede encontrar de súbito

el sitio de la intimidad. El cielo aterroriza

con sus cuencas vacías. Los pájaros pueden alojar la delgadez

de la violencia entre patas y picos. La guerra fría

tiene su mano azul y mata.

La niñez, aquella de los cuidados cabellos de vidrio,

no la hemos conocido. Nosotros nunca hemos sido niños.

El horror

asumió su papel de padre frío. Conocemos su rostro

línea por línea,

gesto por gesto, cólera por cólera. Y aunque desde las colinas admiramos el mar

tendido en la maleza, adolescente le blanco oleaje,

nuestra niñez se destrozó en la trampa

que prepararon nuestros mayores.

Hace ya muchos años

la alegría

se quebró el pie derecho y un hombro,

y posiblemente ya no se levante, la pobre.

Mirad.

Miradla cuidadosamente.

Desde niña estuve interesada en el mundo de la literatura, en la pequeña ciudad donde crecí se hablaba con frecuencia de este gran poeta «Roberto Sosa» quien era originario de mi querido pueblo Yoro, Yoro. Cuando pasaba frente a su casa familiar imaginaba su vida de infante. Mi abuela frecuentaba a su hermana que vivía en la casa familia de los Sosa y yo con curiosidad evaluaba cada rincón de aquella casa. No me era permitido meterme en conversaciones de adultos, así que sentada en un rincón mientras mi abuela hacía su visita esperaba ansiosa que saliera a relucir el tema del gran poeta quien en 1990 el gobierno de Francia le otorgó el grado de Caballero en la Orden de las Artes y las Letras.

En la adolescencia me atreví a hacer su bibliografía, así que decidí presentarme a la casa de él y hablar con su hermana. Roberto Sosa ya vivía en la ciudad capital de Honduras «Tegucigalpa» con cuaderno y lápiz en mano hice toda clase de preguntas, todas las que tenía pendientes, su hermana una mujer humilde y colaboradora satisfizo todas mis dudas.

Mi poema favorito de él es «Los pobres» que ya he publicado con anterioridad.

A un general, Julio Cortázar

Región de manos sucias de pinceles sin pelo

de niños boca abajo de cepillos de dientes

Zona donde la rata se ennoblece

y hay banderas innúmeras y cantan himnos

y alguien te prende, hijo de puta,

una medalla sobre el pecho

Y te pudres lo mismo.

Julio Florencio Cortázar Descotte, nació en Bruselas, Bélgica, el 26 de agosto de 1914.
Escritor, traductor e intelectual de nacionalidad argentina, solicitó y le fue concedida la nacionalidad francesa en 1981, renunciando a la de su origen en protesta por la política del gobierno argentino.

Estar en contacto con guerras y diplomacias, le hizo ser consciente de la realidad de ese mundo como él mismo escribió «La Revolución cubana… me mostró de una manera cruel y que me dolió mucho el gran vacío político que había en mí, mi inutilidad política… los temas políticos se fueron metiendo en mi literatura» (La fascinación de las palabras).

Este poema corto, pero de gran peso, nos demuestra su sensibilidad social y la forma en que estos conflictos políticos le afectan.
Además de su narrativa y su obra poética fue un excelente traductor.
Murió en París, Francia, el 12 de febrero de 1984.

José Martí (1853-1895)

José Martí es uno de mis escritores favoritos, especialmente su poesía, me encanta como deja sus sentimientos en cada verso, mi poesía favorita «La niña de Guatemala«.

De origen cubano, político, pensador, filósofo, revolucionario y poeta. Admiro sus historia y constantemente leo sobre su vida y filosofía.

Les dejo mi segunda poesía favorita de José Martí, un poema muy sentido, dedicados ocho estudiantes de medicina que fueron fusilados injustamente el 27 de noviembre de 1871 en la Habana, Cuba.

A mis hermanos muertos el 27 de noviembre

Cadáveres amados los que un día
Ensueños fuisteis de la patria mía,
Arrojad, arrojad sobre mi frente
Polvo de vuestros huesos carcomidos!
¡Tocad mi corazón con vuestras manos!
¡Gemid a mis oídos!
¡Cada uno ha de ser de mis gemidos
Lágrimas de uno más de los tiranos!
¡Andad a mi redor; vagad en tanto
Que mi ser vuestro espíritu recibe,
Y dadme de las tumbas el espanto,
Que es poco ya para llorar el llanto
Cuando en infame esclavitud se vive!

 Y vime luego en el ajeno lecho,
Y en la prestada casa, y en sombría
Tarde que no es la tarde que yo amaba.
¡Y quise respirar, y parecía
Que un aire ensangrentado respiraba!
Vertiendo sin consuelo
Ese llanto que llora el patrio suelo,
Lágrimas que después de ser lloradas
Nos dejan en el rostro señaladas
Las huellas de una edad de sombra y duelo,-
Mi hermano, cuidadoso,
Vino a darme la calma, generoso,
Una lágrima suya,
Gruesa, pesada, ardiente,
Cayó en mi faz; y así, cual si cayera
Sangre de vuestros cuerpos mutilados
Sobre mi herido pecho, y de repente
En sangre mi razón se oscureciera,
Odié, rugí, luché; de vuestras vidas
Rescate halló mi indómita fiereza…
¡Y entonces recordé que era impotente!
¡Cruzó la tempestad por mi cabeza
Y hundí en mis manos mi cobarde frente!

  Y luché con mis lágrimas, que hervían
En mi pecho agitado, y batallaban
Con estrépito fiero,
Pugnando todas por salir primero;
Y así como la tierra estremecida
Se siente en sus entrañas removida,
Y revienta la cumbre calcinada
Del volcán a la horrenda sacudida,
Así el volcán de mi dolor, rugiendo,
Se abrió a la par en abrasados ríos,
Que en rápido correr se abalanzaron
Y que las iras de los ojos míos
Por mis mejillas pálidas y secas
En tumulto y tropel precipitaron.

Sobre un montón de cuerpos desgarrados
Una legión de hienas desatada,
Y rápida y hambrienta,
Y de seres humanos avarienta,
La sangre bebe y los muertos mata.
Hundiendo en el cadáver
Sus garras cortadoras,
Sepulta en las entrañas destrozadas
La asquerosa cabeza; dentro del pecho
Los dientes hinca agudos, y con ciego
Horrible movimiento se menea
Y despidiendo de los ojos fuego,
Radiante de pavor, levanta luego
La cabeza y el cuello en sangre tintos:
Al uno y otro lado,
Sus miradas estúpidas pasea,
Y de placer se encorva, y ruge, y salta,
Y respirando el aire ensangrentado,
Con bárbara delicia se recrea.
¡Así sobre vosotros
-Cadáveres vivientes,
Esclavos tristes de malvadas gentes-,
Las hienas en legión se desataron,
Y en respirar la sangre enrojecida
Con bárbara fruición se recrearon!

  Pero, ¿cómo mi espíritu exaltado,
Y del horror en alas levantado,
Súbito siente bienhechor consuelo?
¿Por qué espléndida luz se ha disipado
La sombra infausta de tan negro duelo?
Ni ¿que divina mano me contiene,
Y sobre la cabeza del infame
Mi vengadora cólera contiene?…

¡Ellos son! ¡Ellos son! Ellos me dicen
Que mi furor colérico suspenda,
Y me enseñan sus pechos traspasados,
Y sus heridas con amor bendicen,
Y sus cuerpos estrechan abrazados,
¡ favor por los déspotas imploran!
¡Y siento ya sus besos en mi frente,
Y en mi rostro las lágrimas que lloran!

¡Y más que un mundo, más! Cuando se muere
En brazos de la patria agradecida,
La muerte acaba, la prisión se rompe;
¡Empieza, al fin, con el morir, la vida!

¡Oh, más que un mundo, más! Cuando la gloria
A esta estrecha mansión nos arrebata,
El espíritu crece,
El cielo se abre, el mundo se dilata
Y en medio de los mundos se amanece.

¡Déspota, mira aquí como tu ciego
Anhelo ansioso contra ti conspira;
Mira tu afán y tu impotencia, y luego
Ese cadáver que venciste mira,
Que murió con un himno en la garganta,
Que entre tus brazos mutilado expira
Y en brazos de la gloria se levanta!
No vacile tu mano vengadora;
No te pare el que gime ni el que llora;
¿Mata, déspota, mata!
¿para el que muere a tu furor impío,
El cielo se abre, el mundo se dilata!

Miseria

Ya nada queda del murmullo que encendía la hoguera
Las voces silentes se disipan; la llama se vuelve cenizas
Entre la multitud se agitan los desamparados
Nadie los observa; sus voces y su presencia no coinciden
Caminan con pasos cansados, sus labios solo saben monosílabos
Creen que no tiene derecho a soñar, y agradecen la miseria
que otros con segunda intención les ofrecen sin mirarlos
Se alegran y rezan por una acción denigrante
Es posible que mueran en el silencio inexistente
de sus propias vidas y aún así, recuerden con gratitud.

Elia Santos
2020