Sor Juana Inés de la Cruz

Fue una religiosa jerónima y escritora novohispana, exponente del siglo de oro de la literatura en español

Sor Juana Inés de la Cruz nació el 12 de noviembre de 1648 en San Migue Nepantla, intendencia de México, virreinato de la Nueva España y falleció a los 46 años en ciudad de México, intendencia de México.

Se dice que fue una niña prodigio, de madre criolla y padre Español, aprendió a leer a muy corta edad y a interesarse por la literatura.

Quiso entrar a la universidad, pero las mujeres no tenía el derecho de estudiar, por lo que se disfrazo de hombre para poder asistir, hasta que fue descubierta por el confesor de virreyes. Fue firme en su decisión de no casarse por eso se hizo monja porque tuvo a bien dedicarse al estudio y a la escritura y no al matrimonio, en una época donde el feminismo no existía el amor a la escritura le dio el valor necesario para tener hoy un destacado lugar en la literatura novohispana.

Sus celdas estaban siempre llena de libros y su trabajo en el campo de la lírica se adscribe a los lineamientos del barroco español en su etapa tardía.

Dejo un poema de ella que me encanta.

Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

Bajo el almendro…Junto al volcán

Bajo el almendro…Junto al volcán, es una novela del hondureño Julio Escoto, a quien tuve el placer de conocer años después de hacer leído esta novela y cuya charla con él fue bastante enriquecedora.

Leí esta novela cuando era adolescente, pertenecía a la biblioteca de mi madre desde hacía algunos años, yo no la leía pues al leer su sinopsis no se adaptaba a mis gustos de lectura en esa época (lo mío era el romance y la aventura) así que leer sobre conflictos políticos no estaba en mi lista de libros deseados.

Pero llego el día y gracias a Dios por ese día, en que la curiosidad me venció y lo leí.

La historia esta ambientada en el año 1969 durante el conflicto político entre; El Salvador y Honduras, pero toda su trama es ficción, lo que le dio un giro positivo a mi lectura, a medida que leía, me daba cuenta de que por prejuicios había dejado de leer un gran libro, al mismo tiempo agradecí no haberlo hecho antes, porque en ese momento me la estaba pasando genial, fue ahí donde supe que cada libro llega en el momento perfecto.

Los personajes están llenos de dinamismo, y nunca aburren, mi personaje favorito es el capitán Centella y es quien narra la historia; un personaje humorístico que no entiende de milicias ni de guerras, pero aún así decide entrenar campesinos locales, para convertirse en un pequeño ejército.

El trasfondo de novela es narrar de una forma humorística, que la oligarquía salvadoreña es la culpable del conflicto, al mismo tiempo desprestigia la labor militar, insinuando que ha sido creada para proteger a ricos y poderosos.

Esta novela fue adaptada en el 2009 al teatro, teniendo bastante éxito. Es sin duda una joya de la literatura hondureña.

Aquí les dejo la sinopsis

Capitán Centella” es el nombre de guerra que adoptó Nicanor Mejía, el alcalde de un municipio no identificado del departamento de Santa Bárbara. Mejía también es un agricultor dedicado al cultivo de naranjas. Ante la amenaza salvadoreña, el Capitán Centella, con más entusiasmo que acierto, decide entrenar por su propia cuenta a un grupo de humildes campesinos para defender sus dominios, obteniendo cómicos resultados. Para remediar su ignorancia sobre los asuntos militares, el Capitán se desvela por las noches leyendo literatura militar, sin comprender mucho los textos, los cuales están llenos de palabras complicadas y tecnicismos. Pero él se motiva por la profunda admiración que siente por el quehacer militar.


Nuestra realidad, nuestros sueños

Obligar a la realidad a que responda a nuestros sueños.

No hace falta un «se vale soñar»

Cuando podemos soñar y hacerlo realidad

Hace falta soñadores que sueñen, que sus sueños pueden convertirse en realidad.

Las huellas, de Silvina Ocampo

Silvina Ocampo
A orillas de las aguas recogidas
en la luz regular del suelo unidas
como si juntas siempre caminaran,
solas, parecería que se amaran,
en la sal de la espuma con estrellas,
sobre la arena bajo el sol las huellas
de nuestros pies desnudos
tan lejanos, y mudos.
Dejando una promesa dibujada
nuestra voz entretanto ensimismada
se divide en el aire y atraviesa
la azul crueldad de la naturaleza
mientras solos cruzamos
la playa y nos hablamos.

Su nombre era Silvina Inocencia Ocampo, y fue una reconocida escritora argentina, que supo romper convencionalismos de la época y volver ordinario lo extraordinario. Se asocia su nombre al de Jorge Luis Borges, el precursor del boom latinoamericano, ya que era su amiga. Su marido, el escritor Adolfo Bioy Casares, era un gran amigo del autor de Ficciones.

Desgraciadamente, durante mucho tiempo su obra fue opacada por ambos y por su hermana Victoria. Pero en la actualidad, se reconoce su grandeza como escritora, y se ha vuelto una de las fundamentales de la literatura argentina.

En su obra poética (ya que se destacó también como narradora) encontramos que estuvo apegada al principio a la forma clásica de hacer poesía. Pero más adelante, en los versos de su último tiempo, supo encontrar un estilo propio que fue reconocido como genial.

Las poesías de Silvina muestran un poco la relación con su marido, al que amó profundamente. En esta que acabamos de leer, me gustó mucho la descripción que realiza del entorno. Con pocas palabras nos hace ver la imagen de las huellas como una metáfora de un camino recorrido juntos (“como si juntas por siempre caminaran”).

Si observamos bien, ella traslada sus sentimientos a las huellas, diciendo que pareciera que ellas “se amaran”. Y aunque la figura de unas huellas en la arena nos hace pensar en algo que es efímero y desaparece, el amor que se demuestran es lo que queda, y eso es eterno.

De fondo existe una promesa mutua, un diálogo amoroso, que frente a “la azul crueldad de la naturaleza” no tiene temor. Porque todo podrán atravesarlo juntos, sin miedo de lo que pueda acontecer. Nada más existe y nada más importa, porque ellos atraviesan la playa “solos”. ¿Acaso existe algo más alrededor cuando estamos enamorados?

Quería hacerles conocer este poema y a esta autora, para que busquen la oportunidad de leer más de su obra. Mientras tanto, ¿qué te pareció esta poesía? ¿Sintieron alguna vez lo mismo que Silvina? Los leo en los comentarios.

A un general, Julio Cortázar

Región de manos sucias de pinceles sin pelo

de niños boca abajo de cepillos de dientes

Zona donde la rata se ennoblece

y hay banderas innúmeras y cantan himnos

y alguien te prende, hijo de puta,

una medalla sobre el pecho

Y te pudres lo mismo.

Julio Florencio Cortázar Descotte, nació en Bruselas, Bélgica, el 26 de agosto de 1914.
Escritor, traductor e intelectual de nacionalidad argentina, solicitó y le fue concedida la nacionalidad francesa en 1981, renunciando a la de su origen en protesta por la política del gobierno argentino.

Estar en contacto con guerras y diplomacias, le hizo ser consciente de la realidad de ese mundo como él mismo escribió «La Revolución cubana… me mostró de una manera cruel y que me dolió mucho el gran vacío político que había en mí, mi inutilidad política… los temas políticos se fueron metiendo en mi literatura» (La fascinación de las palabras).

Este poema corto, pero de gran peso, nos demuestra su sensibilidad social y la forma en que estos conflictos políticos le afectan.
Además de su narrativa y su obra poética fue un excelente traductor.
Murió en París, Francia, el 12 de febrero de 1984.

De viaje, de Francisco López Merino.

Un niño, frente a mí, va mirando el paisaje;
sus ojillos descubren las flores campesinas,
y como el tren se lanza por valles y colinas
este niño se llena de emoción en el viaje.

Silabea palabras que apenas oigo, asombra
ésta mirada suya penetrante y tranquila,
se dijera que ansía que su clara pupila
aprisione los bellos pormenores que nombra…

Los demás, abstraídos, el paisaje olvidamos.
El pensamiento nuestro cesa de hilar, reposa…
Yo me he dicho ante el niño que admira el cielo rosa:
él es el más poeta de los que aquí viajamos.

Una figura un tanto desconocida entre los escritores latinoamericanos es la de Francisco López Merino. Este autor argentino, amigo de Jorge Luis Borges, ha pasado desapercibido debido a que tiene una producción poética muy breve. El motivo de esto es que partió de este mundo a una edad muy temprana, suicidándose con apenas 23 años.

Comenzó su producción a los 16 años de edad, pero autocensuró su primera obra. Luego, continuó publicando sus poemas en diarios y revistas del país. Junto con otros jóvenes, formó parte del “Comité Yrigoyenista de Intelectuales Jóvenes”, siendo su presidente Jorge Luis Borges.

A pesar de ser escasa su producción, ha impactado fuertemente en el ámbito literario de la época. Es por esto que perdura hasta hoy su memoria.

El poema que acabamos de leer nos lo pinta de cuerpo entero. Allí donde otros pueden ver una escena de lo más corriente, el ojo creativo de Francisco (o Panchito, como le decían) puede observar un alma en estado contemplativo.

Es fácil advertir que su espíritu joven tenía una agudeza mental inclinada hacia la sensibilidad. Quizás esta inclinación lo hizo también más indefenso ante el dolor, llevando su vida a tan trágico final.

El mérito de este poema es que se nota que está basado en una vivencia real del artista. El observó en persona cómo un niño se extasía ante el paisaje campestre y trata de aprisionar en su mirada todo aquello que ve por la ventana del tren. En la descripción que realiza casi podemos ver frente nuestro al niño nombrando para sí las novedades que le trae ese viaje.

Quizás nosotros también deberíamos observar más. Esa fue la reflexión que primero vino a mi mente: el mundo es poesía en sí mismo. Nosotros, por la ceguera de lo cotidiano y a diferencia del niño, nos olvidamos cómo se leía.