Oración del hondureño, Froylán Turcios

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Froylán Turcios

Les comparto la «Oración del hondureño» recuerdo que en la escuela la aprendíamos de memoria y la recitamos a coro en aulas de clase. También recuerdo que la aprendí, pero nunca la sentí como una oración, para mi era una obra poética escrita por un amante a su adorada patria, con matices de euforia y sentimientos inocentes. La leo de nuevo y me gusta su vehemencia y su compromiso, sin embargo, no la veo como una oración, sino como una obra de arte. Mi percepción no ha cambiado mucho de cuando era niña.

¡Bendiga Dios la pródiga tierra en que nací! Fecunden el sol y las lluvias sus campos labrantíos; florezcan sus industrias y todas sus riquezas esplendan magníficas bajo su cielo de zafiro.

Mi corazón y mi pensamiento, en una sola voluntad, exaltarán su nombre, en un constante esfuerzo por su cultura.

Número en acción en la conquista de sus altos valores morales, factor permanente de la paz y del trabajo, me sumaré a sus energías; y en el hogar, en la sociedad o en los negocios públicos, en cualquier aspecto de mi destino, siempre tendré presente mi obligación ineludible de contribuir a la gloria de Honduras.

Huiré del alcohol y del juego, y de todo cuanto pueda disminuir mi personalidad, para merecer el honor de figurar entre sus hijos mejores.

Respetaré sus símbolos eternos y la memoria de sus próceres, admirando a sus hombres ilustres y a todos los que sobresalgan por enaltecerla.

Y no olvidaré jamás que mi primer deber será, en todo tiempo, defender con valor su soberanía, su integridad territorial, su dignidad de nación independiente; prefiriendo morir mil veces antes que ver profanado su suelo, roto su escudo, vencido su brillante pabellón.

¡Bendiga Dios la pródiga tierra en que nací! Libre y civilizada, agrande su poder en los tiempos y brille su nombre en las amplias conquistas de la justicia y del derecho.