
Laura era maestra de ciencias naturales de primaria; le gustaba compartir con los niños más pequeños de su salón de clases. Cada mañana seguía la misma rutina: bañarse, cambiarse y beber su taza de café; así pasaban los días.
Hasta que, cierto día, se despertó apenas cinco minutos antes. No había agua para bañarse y empezó a ponerse ansiosa. Se dijo a sí misma que el día continuaría como siempre, que nada malo sucedía; así que se cambió y se preparó su taza de café. Al primer sorbo se le derramó en su camisa blanca, que tan pulcramente llevaba. Ahí fue cuando comprendió que el día iba a ser malo y que no saldría de su casa hasta que todo fuera según sus planes diarios.
¿Cuántos días pasaron para que esto sucediera? Nadie lo sabe, ni ella misma. Cuando por fin se despertó a la hora prevista, se duchó, se cambió y el café no se derramó; entonces salió : ¡los niños eran adolescentes!
Elia Santos
Abril 2020