Ya nada queda del murmullo que encendía la hoguera
Las voces silentes se disipan; la llama se vuelve cenizas
Entre la multitud se agitan los desamparados
Nadie los observa; sus voces y su presencia no coinciden
Caminan con pasos cansados, sus labios solo saben monosílabos
Creen que no tiene derecho a soñar, y agradecen la miseria
que otros con segunda intención les ofrecen sin mirarlos
Se alegran y rezan por una acción denigrante
Es posible que mueran en el silencio inexistente
de sus propias vidas y aún así, recuerden con gratitud.
Elia Santos
2020
Me gustan mucho tus poemas de contenido social, Elia.
¡Un abrazo!
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Gracias Sari, a mi me encanta escribirlos, me liberan un poco ante tanta injusticia.
Otro abrazo para ti!
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La miseria es un mundo al que se llega atravesando la puerta del olvido. Un saludo.
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Así es Carlos, hay muchos que viven así y no se dan cuenta.
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