
Un domingo por la mañana, Juan hijo tercero de Juana, salió de su acostumbrado itinerario diario, quería ver por primera vez la hermosa mujer que recién había llegado al pueblo. Así que sin pensarlo dos veces se baño y se perfumo, a las nueve de la mañana fue el primero en estar parado junto al portón, algo que nunca hacía los domingos. Juana, su madre estaba verdaderamente asombrado, agradeció a la virgen que por fin sus ruegos habían sido escuchados. La noche anterior Juana había terminado la novena a la virgen como ofrecimiento a su petición: que su hijo tercero Juan, dejase el vicio de los domingos; ver fútbol y jugar a los naipes con sus amigos.
Juntos, Juana y sus tres hijos enfilaron hacia la iglesia, sus dos hijos mayores estaban casados bajo la ley de los hombres y bajo la ley de Dios, con muchachas sencillas temerosas de Dios, no podía Juana sentirse más bendecida, ahora su hijo Juan que recién había cumplido los dieciocho años parecía tomar el mismo rumbo.
Al llegar a la iglesia notó Juana a su hijo Juan muy inquieto, mirando para todos lados «¿qué estará buscando? pensó» la misa comenzó y la inquietud de la incertidumbre no la dejo poner atención, cuando se dio cuenta ya iban por el Evangelio así que rezó en silencio pidiendo perdón, iba a mitad de rezo cuando su hijo Juan se levantó de su lugar y salió de la iglesia, casi se desmaya Juana del susto, escuchó el murmullo de la gente, era de conocimiento público que si alguien salía a mitad de misa le esperaban grandes maldiciones por dar la espalda a Dios en plena homilía.
Continuo Juana en misa, tratando de no mirar a nadie más que a sus dos hijos, ese día no comulgo pues no se lo merecía, al terminar la misa corrió a su casa, Juan no estaba, los días sucedieron de igual forma; Juan se perdía por las noches o llegaba de madrugada.
Hasta que un día llego Juan con una noticia, Juana quien se había levantado por el canto de un pájaro negro en su ventana ya había vaticinado que sería un mal día, así que regó agua bendita por la casa y rezó tres padres nuestros, pero de nada sirvieron sus métodos de prevención ¡Juan tenía una mujer embarazada y la llevaba a casa! ¡Sin casarse como Dios manda!
Elia Santos
2020
Historias del pasado siglo, pecados de amor y libertad. Y la pena de Dios que no gusta de meterse en estos asuntos.
Así sucedían acá también las injusticias.
Un abrazo.
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En algunos lugares del mundo no son historias del pasado Carlos son su presente.
Buebos díad 🤗
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Bien presentes están en mi memoria Elia, el cambio en la permisividad durante estos cuarenta años ha sido impresionante. Por eso hay que permanecer vigilantes, la libertad tiende a retroceder con mucha facilidad.
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Tienes razón Carlos, el cambio puede retrocedes con mucha facilidad.
Un abrazo.
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