
Llovía copiosamente, las nubes habían ocultado al sol desde hacía ya varios días y este sin más reparos dejaba que lo ocultasen y desde su guarida podía observar como la gente iba y venia con paraguas y cazadoras de cuero, el calzado ya no era el mismo de meses anteriores, los niños brincaban con las gotitas de agua que caían, y los más pequeños intentaban mantener el equilibrio con sus gruesas ropas y botas.
Pudo ver el rostro de mucha gente, pues sin ningún problema alzaban su mirada al cielo, algunos eran recibidos con unas gotas gruesas que salpicaban sus frentes; entonces apresuraban el paso, abrían un paraguas, se ajustaban sus gorros, escondían sus manos dentro de las bolsas de sus abrigos.
Atrás habían quedado los días de trajes de baño, las playas cubiertas de gente gritando y los niños modelando sus trajes de verano, atrás habían quedado los días en donde el sol abrazaba con fuerza la tierra.
Elia Santos
20 septiembre 2020
Tras la puerta del invierno aguarda la primavera que Sol avise con la campana para comenzar su actuación. Frente a varios meses de ocio, se marcha para vacacionar más allá del trópico. Un abrazo.
Acá el otoño se viste de ocres y rojos.
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Carlos, he visto esos ocres y rojos hermosos, el 29 de septiembre se cumple un año de vivir en Ávila.
Un abrazo-
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