
Caminaba absorta por la estrecha vereda que conducía a cualquier parte, sus pensamientos estaban puestos en un solo tema «El verano».
Solía disfrutar cada uno de sus días, era la oportunidad perfecta para descansar bajo la sombra de un árbol, las tardes encantadas e interminables sobre el césped y un buen libro eran la combinación perfecta de tan calurosos días, la lista de actividades era interminable, a diferencia de otros años este, no podría viajar e ir a la playa. Con fastidio observó sus brazos pálidos, la idea de pasar un año completo con ese color de piel le causo enfado.
«Ya nada es como antes. pensó.» levantó la vista y vio en el cielo los pájaros surcar el cielo y por un momento sintió envidia de ellos. Se dio cuenta que llevaba mucho tiempo caminando y cuando reparó en ello recordó que su tiempo al aire libre había terminado, había robado minutos que pertenecían a otro grupo y se preocupó porque el regreso sería más lento; sus piernas estaban adoloridas, así que lo más rápido que puso emprendió el regreso a su hogar sin detenerse a admirar el cielo o los árboles, «mañana estaré pendiente de la hora. pensó frustrada.»
Elia Santos
2020
Así es, ahora habitamos en una libertad prestada por horas pendientes del reloj. Incluso el tiempo ha sido secuestrado. Es un relato certero como pocos. Un abrazo.
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Otro abrazo para ti Carlos. Que duermas bien.
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