Comparto esta entrada porque soy amante de los gatos, su curiosidad, su pulcritud y muchas veces su orgullo me encanta, no son iguales a los perros, pero si tienes paciencia puedes jugar con ellos por mucho tiempo, claro, el juego será completamente distinto, te persiguen o se esconden simulando una cacería, no será el típico juego de que lanzas la bola y ellos van a por ella y te la dan de regreso para que la vuelvas a lanzar, no, ellos irán a por la bola y la protegerán de ti, por que esa bola es su presa.
Mi gato llamado Tom, toncho, tonchito, culo flaco (por mi marido) y cuando no responde por ninguno le llamo «gato». Ha sido criado en un piso; encerrado, ajeno al mundo exterior, así que el pobre si la suerte está de su lado y entra una mosca la persigue por todos lados, gruñe, salta, da zarpazos (casi nunca la atrapa) pero en esos momentos se siente un felino peligroso.
Por él y por los gatos que he tenido comparto esta entrada desde el blog de José Julio Pelardo.
“Largo tiempo el gato —así lo cuenta el historiador Michel Pastoureau — ha sido mirado en Europa cómo un animal negativo, un ser secreto, un atributo de fantasmas. Se le han reprochado sus costumbres nocturnas, su independencia, su hipocresía, su pelambrera negra o atigrada. Se creía de él que tenía el poder […]
LOS GATOS Y LA HISTORIA — MI SIGLO
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